martes, 28 de febrero de 2012

Complejo Hiperplasia Endometrial Quística (H.E.Q.) – Piometra


           Es un proceso que afecta a las hembras adultas, tanto perras como gatas, y que consiste básicamente en una infección de la luz del útero. Después de la ovulación, se produce una liberación de progesterona en sangre, que provoca numerosos cambios en la fisiología del animal. Uno de estos cambios es el aumento de secreción de moco a la luz uterina, lo que provoca la hiperplasia endometrial quística, cuando este moco es muy abundante. Si la H.E.Q. se contamina con bacterias que provienen de la vagina, como la Escherichia coli, puede provocar una infección local en el útero, que da lugar a la piometra, y este moco pasa a convertirse en contenido muco-purulento.


A la izquierda de la imagen, ovarios y útero normal de gata. A la derecha, ovarios y útero de gata afectada de piometra.

           
            Los síntomas de la piometra son muy diversos, y en algunos casos, muy leves, casi imperceptibles para el propietario. El proceso es de curso lento, y los signos suelen aparecer alrededor de los 1’5-2 meses después del haber tenido el celo, con apatía, decaimiento, depresión, fiebre, aumento de la ingesta de agua y aumento secundario en la frecuencia y cantidad de orina producida, y en algunos casos, secreción vulvar que puede ser purulenta, sanguinolenta, o sanguino-purulenta. Las perras que han sido tratadas con medicamentos para inhibir el celo, tienen mayor riesgo a sufrir piometra.


            El método diagnóstico más fiable en estos casos es la ecografía abdominal, que nos da una seguridad casi del 100%. En radiografía también se puede ver, aunque la mayor parte de las veces son signos muy leves para poder diagnosticarlo con seguridad (en gatas se ve muy bien, por el mayor contraste que ofrece el útero dilatado con respecto al resto del abdomen). En analítica de sangre, nos aparecería una linfocitosis muy marcada, provocada por neutrofilia y monocitosis muy severas. También puede aparecer anemia no regenerativa.


            Se considera patología de urgencia, en la cual la vida de la mascota puede correr peligro, y como tal aplicaremos la mejor solución a la mayor brevedad posible. El tratamiento de elección es, siempre que sea viable, la cirugía. Dicha cirugía consistiría en la ovariohisterectomía, es decir, extirpar ovarios y útero por completo. Este tipo de procedimientos es muy “agradecido”, en el sentido de que una vez que el animal ya ha sido operado, se nota la mejoría en cuestión de 1-2 días. En hembras que sean valiosas reproductivamente o en aquellas donde la cirugía sea de alto riesgo, se puede plantear tratamiento médico: consiste en utilizar un antibiótico de amplio espectro (amoxicilina-ácido clavulánico, enrofloxacino, marbofloxacino son los más utilizados) junto con prostaglandinas o antagonistas de la progesterona. En la actualidad, el tratamiento más recomendado es el de antibiótico + antagonista de la progesterona (aglepristone, Alizin ®). Este producto, Alizin ® se aplica en inyección subcutánea, dos primeras dosis separadas 24 horas, y otra inyección a los siete días. Incluso si no obtuviéramos resultados, se podría repetir la inyección 2 semanas después de la 2ª  dosis. Resumiendo, el protocolo sería el siguiente: 



     1ª INY.          2ª INY.                       3ª INY.                       4ª INY.
      DÍA 0 -------- DÍA 1 -------------------- DÍA 8 ------------------- DÍA 15

 
            

            En algunos casos en los que el animal está muy debilitado, puede ser necesario hospitalización y fluidoterapia intravenosa mientras se le administra el tratamiento. El pronóstico dependerá de las condiciones en las que se encuentre el paciente de edad, enfermedad concomitante, afectación, complicaciones secundarias, etc., pero incluso en condiciones normales, el pronóstico es reservado. 


            Hay que tener en cuenta que las perras tienen celos hasta el final de su vida, lo que quiere decir que después de realizar este tratamiento médico, después de cualquier celo, puede volver a sufrir otra piometra. Esto, como es lógico, no ocurre en aquellas perras en las que se decide la cirugía, ya que después de ésta ya no tienen posibilidad alguna de volver a salir en celo. Por tanto, y como decía antes, siempre que sea posible, el tratamiento de elección será la cirugía.